lunes, 2 de junio de 2014

Carta al pasado

Esta mañana, apenas desperté, me sentí tan asustada, hacía un poco de frío y todo fue tan gris. Es la segunda vez que sueño contigo y ambos fueron sueños malos, sueños que no desearía jamás para mi vida; pero así es la mente y te juega cosas que no esperas ni imaginas.
Es tan cruel y cobarde que sólo quiere encontrarme indefensa y poder atacarme donde más duele, pero a que se deberá eso? No lo sé.
Y no creo saberlo pero lo único rescatable de esto es que en mis sueños me dabas amor, como en la realidad también, reflejaba lo felices que éramos tiempo atrás y tu protección me daba la seguridad al miedo que recibía, que es tan contradictorio porque el miedo lo ocasionaba tu bella persona.
No soy de las personas que cree lo que la demás gente hable porque me he topado en esta tierra con personas tan falsas, que comencé a desconfiar de la mayoría, así sean muy cercanas, aprendí a comprobarlo por mi cuenta, así demore o así termine lastimada; pero, en la mayoría de veces ha sido lo mejor para aprender.
En mi primer sueño nos amábamos con la entrega de siempre, conversando sobre todo lo que se nos ocurría en este momento y reíamos, esa risa duraba tanto, para luego convertirte en alguien malo que quería verme muerta, como si alguna vez te hubiera traicionado, ese odio enloquecía mi vida (más de la que está) por que no entendía de donde salía…
El segundo sueño fue notar que te interesaba otra persona, quizá alguien de tu pasado, a quien quisiste mucho, de la que alguna vez me hablaste y probablemente hizo que queden un poco de dudas en mi mente sobre aquello, pero sufría tanto al verme tan sola y tú pensando en otra. Como si fuese algún tipo de venganza hacia algo que la verdad no imagino que.
Noto que la normalidad se ha dispersado entre nosotros, ya no pensamos igual ni tenemos esa complicidad de antes, esos niños que éramos en situaciones serias, pero siempre muy conscientes de nuestra realidad. Mientras tú piensas en cosas del día, prefiero pensar en toda la semana, para aprovechar cada segundo al máximo e intentar ordenarme.
Extraño (y no imaginas cuánto) ir a casa del ermitaño. Aquel anciano que vivía solo, el lugar en donde nos conocimos, donde te miré por primera vez y te elegí para mi vida, aquel de quien aprendíamos y él nos sonreía, cosas que de mi mente no se borran todavía.
De todas formas soy muy feliz y quiero confesarte desde el fondo de mi agrio corazón que te agradezco el haber nacido, quizá tendría que hablar con tu madre pero para ahorrarme el trabajo prefiero que tú se lo comentes, le digas que para mí ha sido un honor, elegirte y amarte como pude, que no cambies el tipo de persona que te refleja y que quieras mucho a tus cercanos, es lo mejor que puedo decirte.
Llegó mi tiempo y debo irme, aún no sé a dónde llegaré pero elegiré el primer vuelo y saldré a refrescar mi alma, es difícil llegar a un lugar desconocido, pero he ahí la experiencia y aventura de vivir; el poder arriesgarse. Y al hacer eso también me arriesgo a dejar tu cariño y encontrar paz en lo mío.
Cuídate mucho “halcón”, y cuando lo leas te preguntarás porque esa palabra, pero piensa un poco y entenderás, ya que es un animal hermoso y fuerte, libre y aventurero.

No puedo escribir más, me llama lo que me corresponde, saludos a tus días, progresa y siempre mantén esa sonrisa que te caracteriza, dale amor al amor y ten paz en tu vida.