viernes, 22 de mayo de 2015

Mañana es otro día

Quizá fue uno de los peores días de mi vida, de esos que desde que despiertas sientes que no vale la pena haberlo hecho.
Fue un día muy caluroso y frío a la vez.
Apenas abrí los ojos sabía que mi estómago se había transformado en el de un dinosaurio. Quería comer todo lo que veía alrededor y sabía que eso no era nada bueno para mi silueta. Igual transcurrían las horas y cociné el puré de patata que tanto te gusta y había quedado en comerlo con Bob. Un viejo amigo que está en mis mejores momentos y me consuela en aquellos que no puedo ni conmigo misma.
Hace algunos días nos vimos y prometí invitarle su plato favorito, por cosas del destino no pudimos vernos y eso me hizo extrañarlo. Los años y la compañía pueden hacerte acostumbrar hasta a lo más prohibido. Pero bueno pasa en cualquier circunstancia.
Llegué a comerlo sola y lo disfruté de maravilla así que no me quejo porque suelo hacer el verídico, al menos para mí.
La verdad es que nunca deje de comer desde que desperté, vinieron algunas galletas, abundante leche y té verde que me encanta. Luego el cereal infaltable, algunos dulces, avena, etc.. Jamás comí tan descosidamente pero algún día me tocaría. Llegó la tarde y quise salir un poco a pasear a Memé mi perrita Golden que amo y es mi vida.
Anduve por el parque que queda cerca de mi casa jugando con ella hasta que llegó mi momento de reflexión y no soporte la carga de todo el día, me eché a llorar. Nadie miraba, nadie estaba alrededor de cada paso que daba pero aun asi lograron aparecer dos amigas, madre e hija. Cansadas de alguna caminata de las que provenían, inmediatamente se dieron cuenta de mi cara afligida y conversamos un momento, sentí que me liberé un 10% de todo lo que sentía; un peso enorme de impotencia y ansiedad, no poder hacer nada al respecto en cualquier tema que se pueda presentar.
Sé que aún no llego al borde de la crisis, ni la locura podría conmigo pero de todas formas me dejo llevar por que cada pensamiento que pueda tornarse tiene un fin y ese fin debe justificarse con una acción.
Regresé a casa, mi madre llamó para hacer compras para la semana “más comida” no way!
Comí grasas, porque eso pedía mi cuerpo, así después me haya arrepentido durante hora y media pero ya probablemente debe estar siendo procesada tranquila y felizmente para ser eliminada y alegre, como lo fui al devorarla.
Cogí mis trapos y llegué a mi cuarto, que es donde escribo mi descargo, andaba por las primeras líneas cuando de pronto recibo una llamada, era él. Era Bob, saludando y haciéndome sentir mejor, sacándome una sonrisa con sus ocurrencias y cada detalle al hablar, que siempre supo alegrarme, incluso desde mucho antes cuando existía el Messenger y conversábamos por webcam a altas horas de la madrugada con insomnio y con mucho cariño presente. Esos son los bellos recuerdos de él, mi amigo Bob.
Cortando casi media hora de una charla larga y tendida me di cuenta que ya mi llanto había cesado, ya ni ganas me daban de seguir derramando sal en mis mejillas.
Mi todo había cambiado y le agradecí.

Tome un respiro mojando un poco mi rostro y volví a sonreír. 

Nunca más, depredador.

Hoy es una de esas noches en las que siento que debo (con firmeza y esmero) escribir este pequeño fragmento sobre mis pesares. Sobre el transcurso de mis días que se complica más con las horas.
Confieso que desde que amaneció fue un día crucial para mí. Apenas desperté sentí que debí llorar. Anduve muy sensible por todo y no dejaban de caer mis lágrimas con cada emoción o sensación presentada.
Es muy poco usual que me sucedan este tipo de cosas ya que me considero una mujer muy fuerte y en muy pocas ocasiones (casi ninguna) me quiebro ante algo.
Amaneció y sonaba el cantar del gallo de un vecino (que aún no descubro de donde es) pero, mi habitación, al tener vidrios hacia la calle, la claridad suele ser HQ a las 5 am.
Aún estaba en cama intentando apropiar mi tibio cuerpo ante el frío de las mañanas (así sea verano). Me levanté a beber un poco de leche como mis tradicionales mañanas y leí un libro de inicio a fin que me llevó 4 horas de mi día.
Necesite con carácter de urgencia entender muchas cosas y aclarar dudas que obtuve desde que te conocí. Al azar y únicamente por el título, me acerqué al pequeño librero de mi habitación y me cayó como anillo al dedo.
Al terminar ya era casi hora de almuerzo, así que tome una ducha relajante, me eché un perfume de flores con esencia cítrica y llegué al trabajo de mi madre; a almorzar con ella como me encanta hacerlo cada vez que puedo.
Luego al regresar a casa me sentí muy cansada (sin razón alguna) y decidí tomar una siesta. Quizá mi cuerpo presentía algo, quizá me estaba preparando para algún tipo de impacto el cual desconocía la magnitud.
Descansé apenas mi cabeza tocó la almohada y al pasar de las horas, desperté.
Ya casi anochecía, me sentía incómoda al haber dormido horas con ropa ajustada. Decidí usar algo ligero e ir por algo de bebida.
Ya al regresar sentí mucha presión en el pecho y sin algún motivo decidí indagar sobre tu vida en internet.
Mucho solía decirme mi madre “El que busca, encuentra”. Pero no contó con que llevo los genes perseverantes y atrevidos de mi padre y la búsqueda continuó.
El internet te ofrece un sinfín de cosas tanto falsas como ciertas. Busque en más de 20 páginas sobre ti, análisis de estudio, redes sociales, fotos de promoción, casos jurídicos, datos personales, entre otros.
Pronto llegue al final de la cuerda y encontré mucho más de lo que esperaba. Al comenzar a leer las primeras 10 paginas era increíble todo lo que habías logrado y confirmaban muchos datos tuyos, inclusive tus números de identidad. Hasta que llegué a un par de nombres tuyos que no coincidían en lo absoluto. Uno de ellos ya lo había escuchado pero y el otro?
Aquel que ventilaste al conocerte?
Raramente no existía, eras quien no suponía.
Conocí a un fantasma en un día y al darme cuenta, te creí. Creí en cada detalle de tu fantasía. Viví engañada de noche y de día. Te llamé por un nombre que no debía. Y realmente quien eras?
Quien era ese galante y apuesto joven que parecía llevarse bien con mi compañía?
Cerré la laptop y me cambié de prisa. Salí corriendo a fumar un cigarro en plena noche fría y calmar mis sentimientos perdidos. Con ansías de saber qué rumbo tomar y que decisión ejercer.
No podía imaginar que algo así sucedería, yo que tanto me cuidé en la vida para que un mosquito irreal y anónimo apareciera llevándose también mis días…
Han pasado algunas horas desde la noticia. Me siento cansada, aunque más tranquila que antes, pero aún anonadada.
Tuve mucho miedo y tomé la mejor decisión. Borrar tu historial de mi vida, añorando recuerdos de sonrisas y tardes embriagadas de alegría.

Esperando algún momento y lugar no volverte a cruzar jamás...