martes, 13 de noviembre de 2012

El Destino I


A veces pensamos, otras veces no. Muchas veces no queremos dañar y terminamos siendo los más dañados.
Alguna vez te has preguntado el por qué sucede casa cosa?
Debo decirte que sí, lo sé porque si jamás lo hiciste, no eres humano y probablemente no estés leyendo esto.
La historia que me cambió la vida desde hace 5 años, la mejor historia de mi vida.
Una tarde, iba por un café helado, era verano y quería satisfacer mis ansias cafeínicas, caminaba en dirección al lugar, era una esquina. Tres pasos antes de voltear y llegar pasaba un joven muy apuesto, no era tan joven, pero sí muy guapo, dada mi edad decidí ni siquiera mirarlo, sabía que jamás voltearía a ver a una niña con ojos de amor infinito. Caminé muy seria, hasta lograr pasar de su lado y que los nervios se enfríen, cosa en la que ayudó mucho el café. Esa noche no dejaba de pensar, las horas pasaban y mi mente no dejaba de volar y de recordar esa sonrisa que el traía al lado de ese compañero suyo, un amigo, debió ser la persona más valiosa para él, algún tipo de confidente pues en esa sonrisa le revelaba infinitas emociones, algo que sólo se comparte con un hermano, un ser querido, un ser confiado.
Pasaban los días, ese hombre no salía de mi mente, aquellas mejillas, aquellos ojos, sus pestañas que alcanzaban el cielo, aquella sonrisa, su forma de caminar, su cabello tan perfecto, su nariz era tan divina, sus labios carmín sin necesidad de colores irreales, aquella perfección de entradas que sólo a ese hombre Dios le asignó; la perfección para muchos Dioses.
El universo conspira tanto acorde a lo que uno desea.  Y yo, lo deseé.
Recuerdo que pasó más de una semana a la que volvía diariamente por ese café, por ver su silueta caminar, sentir su frescura y deleitar mis ojos ante esa belleza.
Cada amanecer, era pensar el él, cada anochecer era intentar olvidarlo.
Pasó un año y no volví a saber de él, no volví a sonreír tanto hasta que me ilusioné con algún amor fantasma el cual únicamente duró dos meses, pero fueron los dos meses más serios que tuve con alguien, no pensé que terminara como sucedió pero en ese entonces él tenía 4 años más que yo, su nombre era George, aún no era una persona seria, de esas que ya sabía cuál era su vocación o en qué quería desarrollarse profesionalmente, pero era un caballero, de esos que te abren la puerta del auto, de esos que jalan la silla al sentarte, o simplemente te recogen de tu casa y te regresan a la hora puntual.
Después de dos meses de alegrías y nada de peleas el desapareció, el no volvió, no supe más de él y así fue nuestra ruptura. Lloré sí, y mucho pero a los 8 meses logré salir de la depresión en la que estaba, en ese tiempo pasado, decidí darme la oportunidad de conocer a otro maravilloso chico, excepto que no tenía ambiciones en la vida, se llamaba John, tenía 6 años más que yo, era un chico rudo de cabello largo, poco interés hacia su imagen y probablemente eso me endulzó, su ternura y particularidad silencio me hacía ver estrellitas y sentirme única en su mundo oscuro, compartí con el dos años de mi existencia, pero también fue de las personas que hizo daño sin la contraparte merecerlo y una vez enterada no di vuelta atrás. No pasó mucho tiempo, aproximadamente dos meses y conocí a Ringo, este nuevo ser impactaría en mi vida con planes de querer todo con él, de querer una vida hecha a su lado y compartía los pensamientos similares a mí, no lo pensé mucho y lo acepté, quizá porque tenía mucho de mí en él y supuse que de eso se trataba el amor, de ser “similares”, cosa en la que con el tiempo me di cuenta lo mucho que fallé, se mostró quien nunca fue por año y medio y ambos al intentarlo, no funcionó. Lo pensé bien y opté por la soledad, quería conocerme, encontrarme y ver a través de mi mente sin necesidad de compartir con alguna persona, sin imaginarme lo que luego sucedería..

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